domingo, 17 de marzo de 2013

Día 14.

Estoy en uno de esos momentos en los que me apetece tirar mi vida por la ventana. Echarme a la bebida. Perder la consciencia con un verde. Uno de esos momentos en los que nada tiene sentido y si lo tiene, está tan oscuro y escondido tras la maleza que no se si por pereza o por pesimismo no me apetece encontrar.
Uno de esos momentos en los que echo de menos todo, pero a la vez quiero empezar de nuevo. En los que no es que más me valga lo malo conocido, sino que lo necesito.
Uno de esos momentos en los que mis motivaciones no me llevan a ningún sitio, porque ya está la otra parte de mi, o la mía de verdad, que me baja a la realidad y me recuerda lo que un día dijo un tal Murphy.
Y es que no sirve de nada. No sirve de nada decirme lo que valgo si ni yo me lo creo. No sirve de nada tirar la vida soñando, ya que los sueños en sueños se quedan.  No sirve de nada no pensar, ya que es solo ocultar lo evidente.
Y quiero gritar en silencio. Quiero estar sola. Soltar mi mierda a una pared y llorar durante horas. Decirle a la gente que estoy harta de preocuparme por sus problemas cuando ellos solo miran a sus propios ombligos. Que ahora mismo me importa una mierda las vidas ajenas. Quiero desaparecer durante días, olvidarlo todo y volver con un lavado de mente. Y es que este vacío que llena mi vida no me representa.
Estoy perdida.

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