domingo, 9 de junio de 2013

~

Nos da pánico hablar de la muerte.
Hablar de qué habrá después de este regalo. Si habrá algo más y mejor como nos ofrecen muchas religiones, o si por el contrario solo encontraremos una oscuridad en la que se resume una vida efímera, tan pequeña como su importancia.
Sin embargo no nos da más pánico perderla con la muerte, sino perderla con vida. No acordarnos de nuestra vida aún siguiendo con esta, ya que es una manera de darte cuenta de que la has perdido.
El hecho de que todos se acuerden de tu vida menos tú. Ver a personas que te dicen que han crecido contigo, cuando ni siquiera reconoces a la persona que hay frente al espejo.
Ser consciente de que lo has perdido todo, y que te queda apenas nada.
Sensación de no haber vivido, y de ser público de tu propio funeral.
Porque lo que hace a una persona no es su existencia, sino lo que ha hecho a lo largo de ella.
Y es angustia. Angustia de saber que has vivido, pero no saber el qué. Angustia de haber perdido todo lo que tenías, si acaso tenías algo. Estar pero no estar. Vivir por vivir, rodeado de gente, pero en eterna soledad.
Y es que nos pasamos la vida llenándola de recuerdos que a lo mejor algún día olvidaremos.
Todos y cada uno de ellos.
Llenándola de personas importantes para ti que dejarán de serlo inevitablemente.

Y no se si voy a tener esa mala suerte.

Pero lo único que se es que si me pasa, quiero que merezca la pena llorar por haber perdido mis recuerdos.
Que haya un "todo" que perder.
Y que ese "todo" esté lleno de buenos momentos rodeada de buenas personas.
Buenos momentos con vosotros.
Buenos momentos contigo.

Que seáis la razón por la que no quiera olvidarme de nada.