Inhóspitos cielos, donde nunca nadie ha pasado, donde nunca nadie ha soñado, donde nunca nadie ha volado.
Belleza perdida, olvidada, nada más importa que la belleza de tu ser.
Estrellas fugaces convertidas en pensamientos, pensamientos al aire, sin importar cómo sean, ni de quién sean, ni de qué tipo sean.
Recetas del viento que me dicen que vuele, que me escape de aquí, que me duerma en su seno y que empiece a vivir.
Tambores que suenan al ritmo del corazón, la única regla es seguir su dulzor.
Amor por tu olor, por tu paz y armonía que me lleva a la vía de quererte en mis brazos con intensa agonía.
Dime si es cierto que algún día serás mía, querida palabra que recorre mar, tierra y viento y que tan pocos muertos han sentido en su aliento. Dime si algún día podré disfrutarte, señora mía, pues mi lucha será cual, que ningún ser humano podrá tocar tierra de tan mojada que estará del sudor de mi esfuerzo. Aspiro a tenerte conmigo, bendita libertad, y hasta el día en que me muera, mi sangre y mis lágrimas, llevarán consigo tu nombre allá donde vayan.
