domingo, 20 de mayo de 2012

Juzgando la nada.

Creemos conocer a la gente cuando no nos conocemos ni a nosotros mismos.
El mundo está lleno de gente arrogante, empezando por nuestro propio reflejo.
Nos permitimos juzgar por apariencias, por gustos, por habladurías, pero nunca por conocimiento.
Tratamos caer bien, tratamos construir una imagen falsa, manipulada, tergiversada de nuestro propio ser. Intentamos no dar mala impresión y hacer siempre lo que le guste a los demás. Pero...dónde quedamos nosotros?
Le damos más importancia a una simple fachada.
Le damos más importancia al mero qué dirán.
Pero no nos damos cuenta de nuestra falta de originalidad, permitiéndonos escribir biografías de nuestra vida.
Vida falsa, aparencial.
Todo el mundo igual, entrando en un círculo vicioso. Todos aparentan, todos juzgan por la apariencia, pero nadie es capaz de juzgar la realidad. Por qué? Porque nos encargamos de eliminarla con cada uno de nuestros actos.
Sigo esperando a alguien totalmente verdadero. Pero cómo sabemos si este existirá?
Como la pintura que cubre una verja.
Como una capa de barniz...
Cuando enterremos el orgullo.
Cuando matemos el ego.
Cuando dejemos de alimentar la boca de los demás con verdades falsas y nos preocupemos de vivir la vida y no un papel, será cuando nos conozcamos entre nosotros y a nosotros mismos.
Mientras tanto nos sumergimos en profunda ignorancia. Y mientras esta permanezca, continuará nuestra arrogancia.
Juzgar a la ligera que somos alguien cuando en realidad lo que estamos juzgando es la nada.
Que nos jodan.



Aprender a callar cuando se desconoce es solo el primer paso para erradicar tanta gilipollez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario